Fluir implica aceptar los cambios de la vida pero resignarse es negar nuestra capacidad de transformarnos y evolucionar.
Ayer alguien me decía que hoy hay una tendencia a incorporar el concepto de FLUIR desde una mirada pasiva. Y lo comparto. Como que “fluir” implica esperar a que todo llegue. El clásico “si algo es para tí, te encontrará». Es así? Nada tenemos que hacer para que eso que es para nosotros nos encuentre?
Es como si nuestra participación en esta obra de teatro fuera absolutamente prescindible. Y si, yo también pienso que estamos usando este concepto desde un lugar errado.
Cuando hablamos de “fluir” enseguida conectamos con la energía neptuniana o de Casa XII, de poca acción y mucha disolución. Donde simplemente hacemos la plancha y dejamos que la vida sola nos vaya llevando. Ese punto de vista nos desdibuja en nuestro deseo y, lo peor, en nuestra capacidad de ser los protagonistas reales e indiscutibles de nuestra existencia.
Si nos fijamos en el diccionario, fluir significa “Correr [un fluido] por un lugar o brotar de él” y ya con sólo leer esta definición podemos comprender que en el fluir hay una acción que es de todo menos pasiva. El agua o cualquier líquido fluye porque está en movimiento, porque encuentra un espacio por el cual avanzar, un territorio para conquistar, un lugar nuevo para ocupar.
Entonces, por qué pensamos que fluir es quitar los pies de los pedales de la bicicleta, soltar el manubrio y dejar que el viento nos lleve? No lo veo como una buena idea, definitivamente. Fluir no es eso. Fluir es como escribí ayer…es moverse como un niño en mitad de una multitud de adultos encontrando los claros para llegar a donde quiere.
Fluir es congeniar con lo que hay, pero nunca dejarse llevar. Es saber y entender que hoy podemos tener un determinado espacio, una determinada limitación, que contamos con esto o aquello y que, bajo esas circunstancias, debemos movernos como el niño entre los adultos o como el agua entre las piedras para hallar el espacio del que disponemos para avanzar.
Fluir es aceptar la realidad para adaptarnos y tomar las decisiones correctas con lo que tenemos.
El niño quiere llegar a encontrar a sus padres o saciar su curiosidad de ver algo, y el agua quiere brotar y seguir su curso, entonces, se meten por dónde encuentran habilitación para hacerlo. Pero no se quedan esperando. Porque de ser así, el niño jamás encontrará lo que buscaba y el agua se terminará estancando y, en el peor de los casos, pudriendo.
Fluir es aceptar. Es estar presente y adaptarse a lo que la vida nos trae. Es hacernos maleables y flexibles para no quebrarnos. Simplemente para eso.
Fluir y aceptar nada tienen que ver tampoco con la resignación.
En la resignación dejamos de tomar acción, perdemos la fuerza vital y abandonamos una participación activa en la vida.
Resignarnos es entregarnos a la idea de que nada podemos hacer para estar mejor y que todo permanecerá así por los tiempos de los tiempos. La consecuencia: llenarnos de impotencia, y las inevitables y consecuentes ira y frustración. Y de yapa, frenar nuestra posibilidad de evolucionar.
No hay nada que nos demande más presencia, acción y decisión que aceptar y fluir. Las vidas más productivas y emprendedoras son las que se embarcan en estos dos verbos.
Lo más difícil es abrirnos paso con lo que se nos presenta, con lo buena y lo malo, sabiendo que siempre se encuentra la salida…si la buscamos.
La aceptación es la base de todo. Porque sabemos dónde estamos parados y, de ahí, hacia dónde queremos ir.
Fluir no es soltar amarras y dejar que el viento nos lleve. Es medir la dirección del viento y abrir las velas en toda su extensión para elegir el puerto en el que querríamos desembarcar. Si no se puede en uno, será en otro. Pero no será al azar. Será elegido y consensuado con nuestra alma dentro de las posibilidades que tenemos, las que fueron previamente aceptadas. Y el viento en contra jamás es un impedimento. Solamente nos exige mayor esfuerzo y adaptabilidad, pero si no lo aceptamos y tomamos acción, jamás llegaremos a destino.
Comencemos a abrazas una idea dinámica de fluir para que toda nuestra existencia cobre otra vida. Los protagonistas somos nosotr@s.
Gracias por leerme.